martes, 4 de mayo de 2010

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http://www.youtube.com/watch?v=0xAwKBywrEk&feature=related



UN POCO DE HISTORIA AFRICANA

Colonialismo, neocolonialismo y la hambruna en Africa

, Raymond Lotta

Las sequías pueden causar grandes desplazamientos de personas. Otros factores naturales, como la plaga de langostas en Níger, pueden aumentar el hambre. Sin embargo, las causas fundamentales de las hambrunas recientes de Africa son la pobreza, las estructuras económicas y políticas subyacentes, y las décadas de desarrollo dependiente, desequilibrado y destructivo del ambiente. He aquí unos hechos pertinentes:

1). El imperialismo y el deterioro del ambiente

Cuando las potencias europeas aceleraron la colonización de Africa en el siglo XIX, pisotearon las formas tradicionales de agricultura y pastoreo. Por siglos, los campesinos se habían adaptado a su medio ambiente. En Níger, por ejemplo, pequeños grupos familiares emigraban cada año a otras regiones para que la tierra reposara. Los europeos (los franceses en el caso de Níger) consideraron eso un desperdicio y un obstáculo a la agricultura de exportación que querían establecer. Por todo el continente africano, se apoderaron de las mejores tierras y sembraron productos de exportación como café, caña y cacao. El cultivo de alimentos para las mayorías pobres quedó relegado.

Esa clase de agricultura de gran escala orientada hacia la exportación causó una destrucción masiva del ambiente. Las compañías occidentales desbrozaron millones de hectáreas de matorrales y árboles para crear plantaciones. Eso hizo imposible una regeneración orgánica de la tierra. El cultivo intensivo de algodón, cacahuates (maní), tabaco y otros productos comerciales agotó los nutrientes de la tierra y causó erosión, deforestación y la expansión del desierto. Los campesinos y los nómadas (que migraban de un lugar a otro criando sus animales y sembrando cultivos) tuvieron que contentarse con tierras menos productivas que se agotaron con el uso constante.

2). La presiín del mercado y la ganancia

A muchos campesinos les quitaron sus tierras; otros las abandonaron al no poder pagar los impuestos (una estrategia intencional de los europeos); otros no pudieron competir con las compañías agrícolas comerciales. La presión del mercado se hacía sentir. Los campesinos arruinados se vieron obligados a trabajar en las haciendas de cultivos para exportación o emigrar a buscar trabajo en las ciudades sobrepobladas. Para el capitalismo, ese desplazamiento humano es una ganancia: mano de obra barata. (En Níger, los franceses destruyeron gran parte de la agricultura tradicional, pero no lograron establecer una agricultura de exportación con haciendas).

3). Política de desarrollo que da prioridad a las ciudades y ayuda que refuerza la dependencia

Tras la II Guerra Mundial, las ciudades de Africa crecieron caóticamente y la posibilidad de estallidos sociales preocupó a las clases dominantes africanas y los gobiernos y corporaciones occidentales que las apuntalaban. Con la esperanza de crear estabilidad social, tomaron medidas para que no subieran los precios pagados al campesino a fin de mantener bajos los precios de los alimentos en las ciudades. La política de alimentos baratos era también un subsidio a los patrones urbanos, porque les permitía pagar sueldos mas bajos. Los campesinos tenían poco “incentivo de mercado” para cultivar alimentos, porque el precio al vender siempre era bajo.

Por otra parte, las inversiones y los programas de ayuda del Occidente se centraron en grandes proyectos agrícolas comerciales, a costa de la agricultura pequeña de subsistencia. Una meta de los programas de ayuda de Estados Unidos en la posguerra ha sido subsidiar la exportación de productos agrícolas estadounidenses. La ayuda “humanitaria” es, de hecho, “dumping”: la venta de excedentes alimenticios estadounidenses a precios bajos en los países del tercer mundo. Esa práctica perjudica la agricultura de dichos países, aumenta la dependencia del exterior y estimula la reventa de alimentos en el mercado negro.

4). La guerra fría

Desde los finales de los años 60 hasta el derrumbe de la Unión Soviética en 1991, aumentó la rivalidad en Africa entre Estados Unidos y la Unión Soviética (socialimperialista). El Occidente vendió enormes cantidades de armas a varios estados africanos y grupos insurgentes con dos propósitos: apuntalar sus gobiernos títeres contra el clamor popular y librar “guerras de sustitutos”. En esas guerras, diferentes estados africanos y grupos armados pelearon como sustitutos de Estados Unidos y la Unión Soviética. Como resultado, los gastos militares de los gobiernos africanos se multiplicaron, y la deuda aumentó. Las guerras de los años 70 y 80 en países como Etiopía, Somalia, Mozambique y Angola destruyeron muchas vidas y devastaron zonas rurales y la producción agrícola en grandes partes del continente.

Durante ese período, el Occidente prestó dinero para programas de desarrollo “modelo”, como grandes presas, estadios y proyectos de urbanización. Aparte de exacerbar el desequilibrio entre el desarrollo agrícola e industrial, eso aumentó la carga de deuda de las economías nacionales y la presión de parte de instituciones financieras occidentales de verla pagada.

Por otra parte, Estados Unidos ha usado la ayuda alimenticia explícitamente como garrote. En 1965, un memorando del Consejo Nacional de Seguridad declaró: “La ayuda estadounidense debe usarse como arma política, y la mayoría de esa ayuda debe ir a nuestros amigos en Africa”. Los países que apoyan la política de Estados Unidos reciben ayuda; los que no la apoyan, que pasen hambre.

5). Programas de austeridad del Fondo Monetario Internacional

A finales de los años 70 y durante los 80, la deuda de los países africanos a las instituciones financieras occidentales se disparó, debido a la baja en los precios de productos de exportación tradicionales de Africa y al aumento de precios de productos manufacturados importados. El precio mundial de uranio, el principal producto de exportación de Níger, ha bajado a lo largo de 25 años.

En los años 80, las instituciones crediticias imperialistas, como el Fondo Monetario Internacional, impusieron programas de austeridad en muchos paises africanos. El propósito era hacerlos pagar la deuda. Las medidas de austeridad imponen recortes drásticos en servicios sociales a los pobres y las clases medias, aumentos de precios de alimentos, la devaluación de la moneda y medidas para aumentar las exportaciones. En los últimos años, el Occidente ha fomentado la expansión de la producción agrícola y de pescado para mercados exteriores ricos.

6). Los horrores actuales de la globalización capitalista

El documental Darwin’s Nightmare relata la historia del proceso de exportación de un pez de Tanzania: la perca del Nilo. Esta especie depredadora de perca se llevó al lago Victoria en los años 60. Ahora llegan a pescarla campesinos de las zonas de hambruna. La procesan en fábricas modernas trabajadores superexplotados que viven en campamentos llenos de gente con SIDA. Los filetes congelados vuelan a Europa en aviones de carga que regresan llenos de armas para alimentar las guerras de la región. Mientras tanto, la perca del Nilo está destrozando el ecosistema del lago Victoria.

Esta es la historia de lo que el imperialismo ha llevado a �frica.

STARBUCKS Y ETIOPIA

El gigante del café mundial Starbucks se ha opuesto al plan de Etiopía, que consiste en un mayor control sobre el comercio de su café, que le aseguraría mayores ingresos para millones de agricultores que viven en la pobreza, ha revelado hoy Oxfam Internacional.


El año pasado, el gobierno etíope presentó en Estados Unidos solicitudes para registrar las marcas de sus nombres de café más famosos, Sidamo, Harar y Yirgacheffe. Asegurar los derechos sobre estos nombres permitiría a Etiopía captar más ingresos del comercio mediante el control de su uso en el mercado y, por tanto, permitir a sus agricultores acceder a una mayor parte de los beneficios de la venta de sus productos, con lo cual la industria del café de Etiopía y sus agricultores podrían ganar alrededor de 88 millones de dólares extra cada año.


Starbucks, una compañía valorada en 6.000 millones de dólares, elevó una protesta para que la solicitud del país africano no fuera aceptada por la Patent and Trademark Office (USPTO) de Estados Unidos. Este organismo rechazó la petición de Etiopía para registrar los nombres de Sidamo y Harar, creando serios obstáculos al proyecto.


“El comportamiento de Starbucks es intolerable. La compañía debería cambiar sus tácticas y ser un ejemplo para otros apoyando el plan de Etiopía para ayudar a millones de agricultores que luchan por conseguir un mayor porcentaje de los beneficios”, afirma Seth Petchers, responsable de la campaña Comercio con Justicia para Café de Oxfam Internacional.


“La titularidad de la propiedad intelectual constituye una gran porción del valor total del comercio mundial hoy en día, pero los países ricos y las empresas acaparan la mayor parte de este beneficio. Etiopía, la cuna del café y uno de los países más pobres del mundo, está intentando hacer valer sus derechos y obtener un mayor valor por su producto, lo que debería ser respaldado y no entorpecido”, dijo Ron Layton, director general de Light Years IP, organización dedicada a la propiedad intelectual basada en Washington y que está asesorando al gobierno de Etiopía.

“Los agricultores de Etiopía deberían ser capaces de conseguir un mayor porcentaje del valor de nuestro café en el mercado internacional”, afirma Fitsum Hailu, de la embajada etíope en Washington. “Este proyecto es innovador y una oportunidad única para que nuestros productores tengan un mayor peso en el comercio internacional”.


Si Etiopía logra registrar las marcas de sus cafés, los agricultores podrían ganar más por vender sus productos bajo estas marcas, lo que representaría una diferencia abismal en la vida de algunas de las personas más pobres del planeta. Por el contrario, unos pocos céntimos extras por libra difícilmente harían una diferencia en las ganancias de Starbucks, que superaron los 3.700 millones de dólares el año pasado.


“Los establecimientos comerciales pueden vender los cafés Sidamo y Harar por unos 26 dólares la libra debido al estatus especial de estos granos”, según Tedesse Meskela, responsable de la Unión de Cooperativas de Agricultores del Café Oromia en Etiopía. “Sin embargo, los productores etíopes solo ganan entre 60 céntimos y 1,10 dólares por su cosecha, apenas lo suficiente para cubrir el costo de producción. Creo que la mayoría de la gente verá esto como una injusticia”, dice Meskela.


Starbucks intervino en la decisión de la USPTO pidiendo a la Asociación Nacional del Café de Estados Unidos (NCA, por sus siglas en inglés, National Coffee Association of USA, Inc), de la que es uno de sus miembros más destacados, que se opusiese a la aprobación de las marcas.


En un encuentro que tuvo lugar el pasado mes de julio en la embajada de Etiopía en Washington, representantes y asesores de la embajada se reunieron con el presidente de la NCA para discutir sobre una carta de protesta emitida por esta organización en contra de la solicitud de Etiopía de registrar las marcas. El país africano había presentado su solicitud cerca de un año antes. Según los representantes etíopes, cuando le preguntaron porqué después de un año sin hacer nada la NCA había decidido actuar, el presidente de ese organismo respondió que Starbucks acababa de presentarlo para ser considerado por la NCA.

Etiopía persiste en registrar sus marcas en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, le pide a Starbucks y a otras compañías que firmen acuerdos de licencia voluntarios que reconozcan la propiedad de este país sobre los tres nombres de café, independientemente de que se hayan convertido en marcas registradas. Los acuerdos de licencia voluntarios permitirán a Etiopía ampliar su poder en la comercialización de este producto y el ingreso extra de unos 88 millones de dólares por año para el sector cafetero, que incluye a millones de agricultores pobres.


El gobierno de Etiopía entregó a Starbucks un acuerdo para ser firmado el pasado septiembre, en el que se reconocía el derecho del país a los nombres de Sidamo, Harar y Yirgacheffe y se señalaba que los beneficios adicionales que se generasen serían destinados a pequeños productores de café que en la actualidad viven al límite de la subsistencia. Sin embargo, Starbucks aún no ha respondido afirmativamente.


Oxfam Internacional pide a Starbucks que muestre liderazgo frente a otras compañías de café y que inmediatamente reconozca el derecho de Etiopía en este caso, mediante la firma del acuerdo de licencia.


“Starbucks trabaja vigorosamente para proteger y promover su nombre y su marca en todo el mundo. Entonces, ¿cómo justifica el negar a Etiopía el derecho a hacer lo mismo?, se pregunta Seth Petchers.
http://www.oxfam.org/fr/node/841

Más sobre el café

La tienda de Intermón Oxfam de la calle Provença es una de las más en temas de comercio justo de Barcelona. Lleva una década ofreciendo sus productos y ha conseguido contagiar su filosofía a multitud de seguidores que acuden, habitualmente, a comprar su café. "El 60% de las personas que entran aquí ya saben qué tipo de café quieren y qué consiguen con ese gesto solidario", explica Marina. El 40% restante pregunta por primera vez por su labor social.

Del escaparate de la entrada a las estanterías interiores, es este un verdadero microcosmos del café. Alineados, los naturales, la mezcla de tostado con azúcar, los torrefactos y los descafeinados. Precios, entre 1,89 y 3,30 euros por 250 gramos. Todos, consecuencia de proyectos solidarios de la organización. El correspondiente a Etiopía, por ejemplo - tierra donde se ha inspirado la película Oro negro-,ampara a 23.000 pequeños agricultores organizados en 34 cooperativas. Etiopía es el país productor con más diversidad de plantas de café. La variedad arábiga, muy popularizada, se encuentra en forma silvestre en la selva, se trata del café de las tierras altas, ya que se cultiva a un altura media de 1.700 metros.

Para ser gráficos, para entender lo que significa comprar una muestra de este café, Marina utiliza la siguiente explicación: "En cualquier marca de café convencional, lo que acaba recibiendo el campesino corresponde al 3% de la ganancia de ese paquete que vemos. Si el café es de comercio justo,el campesino recibe lo correspondiente al 50%".

A pocos metros del local de Intermón Oxfam, los turistas entran en el Starbucks Coffee del paseo de Gràcia. A pesar de contar con un extenso catálogo de cafés, de 17 detallados capítulos, a pesar de ofrecer todo tipo de variedades y folletos donde se explica la labor de la empresa y su responsabilidad social corporativa, a pesar de una conseguida puesta en escena, con varios sacos de café y un cartel frontal que advierte "el cuidado del café empieza por trabajar de modo conjunto con los productores", el cliente se limita a pedir "un café".

"La verdad es que los clientes no preguntan por los orígenes del café, ni por el país ni por las variedades", explica Sabrina, la atentísima camarera argentina del local. Aquí se ofrecen cafés distintos por temporada. Ahora toca el Costa Rica. El único comentario que le dirigen en torno al café proviene de los clientes norteamericanos: "Para ellos, los cafés de origen latino son demasiado fuertes y nos lo dicen a menudo". Starbucks afirma haber invertido más de 750.000 dólares en seis proyectos de conservación en regiones productoras de café en América Latina, Asia y África. Pero los turistas no preguntan por eso. Pagan y se van. No parece importarles demasiado.

ORO NEGRO

La escena más impactante del documental Oro negro,que se estrenará en España el viernes, yuxtapone campesinos en la alta Etiopía - que recogen los granos a mano- gritando en protesta por el precio irrisorio que cotiza el café en los mercados de Nueva York y Londres con otras imágenes de sacos de trigo descargándose en el puerto de Adís Abeba. Los sacos llevan la estampa de Usaid, la agencia estadounidense de ayuda al desarrollo.

Siete millones de etíopes sobreviven gracias a las ayudas al desarrollo - normalmente cereales subvencionados por EE. UU. y Europa- pese a que la alta selva etíope produce algunas de los cafés mas cotizados del mundo. "No queremos ayudas sino comercio; mantenernos sobre nuestros propios pies", dice Tadesse Mesuela, héroe de la película y fundador de una cooperativa de 74.000 productores etíopes que recorre el mundo en un intento de vender el café en régimen de comercio justo.

Tras ver tantas imágenes de niños de ojos suplicantes y barrigas hinchadas - el 47% sufre desnutrición en Etiopía-, "hay la impresión de que es un país de recursos pobres, pero no es verdad; el café es la mercancía más valiosa que cotiza en mercados del mundo después del petróleo", declaró ayer en Madrid a La Vanguardia el joven cineasta británico Nick Francis, que dirigió la película junto a su hermano Marc.

Según cualquier ley de comercio justo, Etiopía debería beneficiarse de todo el oro negro que produce. Pero los 15 millones de etíopes que dependen del café, al igual que otros millones de personas en las sierras cafeteras de Centro y Sudamérica, sufren un problema de cambio desigual. Aunque el precio del café en el mercado al por mayor ha caído en picado en los últimos 15 años, el precio que paga el consumidor se ha disparado. El momento mas bajo para los productores fue en el 2002, cuando el precio de una libra - 450 gramos- cayó hasta unos 40 céntimos de dólar - unos 27 céntimos de euros, según el cambio actual-, muy por debajo del coste de cultivarlo . Desde entonces, el precio se ha triplicado, según la Organización Internacional de Café (OIC). Pero sigue siendo ocho veces más bajo de lo que pagamos al comprar el café en el supermercado.

Dicho de otro modo, los campesinos cafeteros de las sierras de Guatemala, Colombia, Etiopía sólo se ven beneficiados por el primer sorbito del café con leche de la mañana. El resto de la taza se lo lleva uno de los grandes conglomerados de café: Nestlé, Procter and Gamble, Philip Morris, Maximo Zanetti o, si se trata de un Frapuccino o un latte en Starbucks - tres euros-, se lo lleva la multinacional de Seattle. Según la OIC, unos 20 céntimos de un café con leche de dos euros irán a parar al bolsillo del productor. Solo Illy, la empresa italiana de café de calidad, se salva ya que no usa los grandes mercados de Nueva York y Londres.

"La divergencia entre los que cultivan y los que tuestan es asombrosa", dice Taylor Clark, autor del nuevo libro Starbucked,sobre la multinacional de cafeterías. El porcentaje del mercado correspondiente al productor ha caído del 30% al 8% desde 1990, calcula.

Curiosamente, el principal responsable de esta espectacular redistribución de los ingresos a favor de las multinacionales que dominan el comercio del café es la caída del comunismo, dice Clark. Por dos motivos. Después de la revolución cubana, se acordó el primer Acuerdo Internacional de Café (AIC) en 1962 que - al igual que la OPEP en el mercado del petróleo- estableció un sistema de cuotas para controlar la producción del café. Mantener estable el precio de café "es cuestión de vida o muerte porque si no el castrismo se extenderá como la plaga por América Latina", dijo el senador Hubert Humphrey el mismo año. Cuando cayó el muro de Berlín en 1989 se colapsó el AIC y se hundió el precio.

En los últimos años ha crecido como la espuma el movimiento Comercio Libre impulsado por consumidores concienciados en los países ricos. Esto establece un precio mínimo para el café a granel de 1,26 dólares - unos 85 céntimos de euro- y crea un mercado estable para productores que cumplen con determinados requisitos, como ser empresas pequeñas de régimen cooperativo.

Pero el comercio libre equivale a menos del 0,5% del café vendido y, con astutas estrategias de marketing de las grandes multinacionales y Starbucks, crean la impresión de que se han comprometido con la causa, denuncia Francis. La compañía "Kenco ahora tiene un café que se llama Desarrollo Sostenible y Starbucks hace propaganda con fotos de campesinos en Centroamérica; han secuestrado el lenguaje de las ONG", afirma.

Starbucks - tan preocupada por no dañar su imagen de empresa progresista que convocó a los autores de la película a su sede de Seattle el año pasado- responde que el precio medio que paga por el café rebasa el mínimo del Comercio Libre. Pero la media engaña, advierte Francis. "Si compras mucho café por un precio bajo y una cantidad pequeña por un precio elevado, sube la media. Es para cubrirse las espaldas. Es más, los márgenes en el negocio del comercio justo pueden ser aun más altos que con el café normal", señala el cineasta. Y cita el ejemplo de la empresa Tesco, que añadió 3,46 dólares al precio de su café de comercio justo pese a que los productores recibían un aumento de 44 centavos.

DATOS DEL CAFÉ

MERCANCÍA RENTABLE El café es el producto que más dinero mueve a escala global después del petróleo

IMAGEN EQUÍVOCA Etiopía tiene imagen de país pobre pese a ser uno de los grandes productores de café

ETIOPÍA Y EL CAFÉ

El Gobierno de Etiopía y la multinacional Starbucks han llegado a un principio de acuerdo de licencia que reconoce las denominaciones de origen de los mejores cafés del país africano. Para Intermón Oxfam, si el acuerdo se lleva a cabo se trataría de una decisión “sin precedentes” que beneficiaría a muchos países exportadores de café y que colocaría a Starbucks como “líder del sector, dando ejemplo a otras compañías en el apoyo a los campesinos”.

De hecho, sólo en Etiopía, si Starburcks y otras empresas cafeteras firmaran acuerdos como éste, se generarían unos ingresos añadidos de 88 millones de dólares al año.

“Si consigue estos derechos, Etiopía puede ayudar a sus campesinos a negociar mejores precios y aumentaría los ingresos de la industria cafetalera del país. Esto ayudaría a millones de campesinos y sus familias a salir de la pobreza, ayudándoles a enviar a sus hijos al colegio y permitirles el acceso a la salud”, explican desde la ONG.

La polémica de las patentes

Para los amantes del café, hablar de Sidamo, Yirgacheffe y Harar es hablar de los mejores café etíopes que existen. En el mercado, un paquete de apenas 500 gramos se paga hasta a 26 dólares pero, de todo ese dinero, los campesinos sólo reciben entre 60 céntimos y 1,10 dólares por cosecha.

Controlar el comercio de su café supondría para Etiopía mejorar las condiciones de vida de 15 millones de pequeños agricultores. Por eso, hace más de un año el Gobierno etíope solicitó en Estados Unidos registrar los nombres de Sidamo, Yirgacheffe y Harar. La iniciativa, sin embargo, se truncó ante la reacción de empresas como Starbucks, que protestó ante la Oficina de Patentes y Marcas Registradas estadounidense y, finalmente, este organismo decidió rechazar la petición etíope.

En esos momentos, Starbucks, que tiene más de 13.000 cafeterías en el mundo y 44 millones de clientes a la semana, negó haberse opuesto al registro de las marcas y defendió otras alternativas, como la denominación de origen, para beneficiar a los agricultores. “Con la denominación de origen se asegura que esos beneficios reviertan directamente en los agricultores, algo que no siempre se consigue con la marca registrada”, aseguraba la compañía.

Siembra y recoge

El principio de acuerdo entre Etiopía y Starbucks llega después de meses de presión por parte del Gobierno etíope y los pequeños agricultores del país, y tiene como precedente los pasos que otras cafetaleras como Green Mountain Coffe Roasters, una de las tostadoras y distribuidoras de café estadounidenses más importantes, han dado para colaborar con el Gobierno etíope en el registro de sus cafés.


En este contexto, organizaciones como Intermón Oxfam han presionado también a Starbucks en los últimos meses. En varios países, esta ONG puso en marcha una campaña de sensibilización que recogió más de 93.000 firmas -10.000 de ellas en España.

La crisis del café en Etiopía

En la actualidad, Etiopía es uno de los países más pobres del mundo. En esta región del Cuerno de África tres de cada cuatro personas viven con menos de un dólar al día y la mayoría intenta ganarse la vida cultivando café en pequeños terrenos.

El café significa entre el 40% y el 60% del total de las exportaciones etíopes. Por eso, cuando entre los años 2000 y 2003 los precios del café cayeron en todo el mundo en picado, Etiopía perdió casi el 59% de sus ingresos y se vio sumida, aún más, en una crisis humanitaria y alimentaria muy grave.


Ahora, con el acuerdo de Etiopía y Starbucks, el Gobierno africano tendrá la posibilidad de negociar mejores precios para el café y mejorar las condiciones de vida de sus 15 millones de agricultores, concluye Intermón Oxfam.

ETIOPÍA,¿típico país africano?

Etiopía es uno de los países más pobres del mundo. Tres de cada cuatro personas viven con menos de 1 dólar por día. Muchas de estas personas se ganan la vida y apoyan a sus familias cultivando café. Unos 15 millones de personas dependen de este cultivo en Etiopía, la mayoría cultivando pequeños terrenos de poco más de una hectárea.

El café supone entre el 40 y el 60 por ciento del mercado de exportación. Entre 2000 y 2003, los precios mundiales del café cayeron en picado, y Etiopía perdió casi el 59 por ciento de sus ingresos, lo que empeoró una crisis humanitaria y alimentaria que aún continúa.