martes, 4 de mayo de 2010

Más sobre el café

La tienda de Intermón Oxfam de la calle Provença es una de las más en temas de comercio justo de Barcelona. Lleva una década ofreciendo sus productos y ha conseguido contagiar su filosofía a multitud de seguidores que acuden, habitualmente, a comprar su café. "El 60% de las personas que entran aquí ya saben qué tipo de café quieren y qué consiguen con ese gesto solidario", explica Marina. El 40% restante pregunta por primera vez por su labor social.

Del escaparate de la entrada a las estanterías interiores, es este un verdadero microcosmos del café. Alineados, los naturales, la mezcla de tostado con azúcar, los torrefactos y los descafeinados. Precios, entre 1,89 y 3,30 euros por 250 gramos. Todos, consecuencia de proyectos solidarios de la organización. El correspondiente a Etiopía, por ejemplo - tierra donde se ha inspirado la película Oro negro-,ampara a 23.000 pequeños agricultores organizados en 34 cooperativas. Etiopía es el país productor con más diversidad de plantas de café. La variedad arábiga, muy popularizada, se encuentra en forma silvestre en la selva, se trata del café de las tierras altas, ya que se cultiva a un altura media de 1.700 metros.

Para ser gráficos, para entender lo que significa comprar una muestra de este café, Marina utiliza la siguiente explicación: "En cualquier marca de café convencional, lo que acaba recibiendo el campesino corresponde al 3% de la ganancia de ese paquete que vemos. Si el café es de comercio justo,el campesino recibe lo correspondiente al 50%".

A pocos metros del local de Intermón Oxfam, los turistas entran en el Starbucks Coffee del paseo de Gràcia. A pesar de contar con un extenso catálogo de cafés, de 17 detallados capítulos, a pesar de ofrecer todo tipo de variedades y folletos donde se explica la labor de la empresa y su responsabilidad social corporativa, a pesar de una conseguida puesta en escena, con varios sacos de café y un cartel frontal que advierte "el cuidado del café empieza por trabajar de modo conjunto con los productores", el cliente se limita a pedir "un café".

"La verdad es que los clientes no preguntan por los orígenes del café, ni por el país ni por las variedades", explica Sabrina, la atentísima camarera argentina del local. Aquí se ofrecen cafés distintos por temporada. Ahora toca el Costa Rica. El único comentario que le dirigen en torno al café proviene de los clientes norteamericanos: "Para ellos, los cafés de origen latino son demasiado fuertes y nos lo dicen a menudo". Starbucks afirma haber invertido más de 750.000 dólares en seis proyectos de conservación en regiones productoras de café en América Latina, Asia y África. Pero los turistas no preguntan por eso. Pagan y se van. No parece importarles demasiado.

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